¿En qué situaciones se deben utilizar las marchas cortas?
La presencia de coches con cambio automático es cada vez mayor en el parque automovilístico español; sin embargo, los vehículos con cambio de marchas manual siguen estando muy presentes y, con ellos, aún se mantienen ciertas dudas sobre una óptima forma de aprovecharlos.
Uno de los aspectos clave es saber cómo y cuándo usar las marchas cortas del coche. Aprender estos conceptos nos permite aprovechar al máximo sus beneficios durante la conducción, incluyendo, entre otros, el ahorro de combustible y una mejor respuesta del motor.
¿Cuáles son las marchas cortas?
Por lo general, un vehículo cuenta con estas opciones en una caja de cambio de marchas:
- Punto muerto
- Marcha atrás
- Marcha 1
- Marcha 2
- Marcha 3
- Marcha 4
- Marcha 5
- Marcha 6 y en adelante
Podemos encontrar vehículos que llegan solo hasta 5 marchas y otros que alcanzan muchas más, sobre todo en conducción deportiva.
Las marchas cortas se corresponden con la 1, la 2 y la 3. A partir de la marcha 4 estamos hablando de las “altas” y el resto de opciones (punto muerto y marcha atrás) están orientadas a funciones distintas.
¿Cuándo conducir con marchas cortas?
La regla más básica nos indica que las marchas cortas se utilizan a bajas velocidades y las marchas altas se aprovechan al conducir a mayor velocidad.
Es una definición acertada, aunque bastante limitada a lo que en realidad supone conducir con marchas cortas.
En realidad, las marchas cortas nos sirven para conducir con un impulso de potencia y fuerza añadido, respecto al resto de marchas.
En concreto, la primera marcha está específicamente orientada al arranque del vehículo desde el punto muerto. No se concibe para circular con ella.
Las marchas 2 y 3 permiten una conducción óptima, normalmente hasta los 30 o 50 km/h. Por ese motivo son las principales protagonistas en caso de conducir por ciudad, al estar en un atasco o incluso buscando aparcamiento.
También podemos aprovechar marchas cortas cuando queremos mejorar el control del vehículo en situaciones comprometidas, como al subir una pendiente pronunciada o al exigir al coche un esfuerzo extra.
¿Cuándo hay que cambiar de marcha?
Con todos los beneficios que ofrecen las marchas cortas del coche, podría pensarse que lo más recomendable es conducir con ellas de forma constante. Pero no siempre son las mejores en cualquier situación de conducción.
La velocidad nos puede indicar cuándo hay que cambiar de marcha, ya que las marchas largas son mucho más apropiadas cuando conducimos más rápido.
También hay que tener en cuenta que las marchas cortas exigen revoluciones del motor altas, por lo que a largo plazo suponen un desgaste de la mecánica del vehículo más rápido. Es decir que no hay que abusar de ellas, solo aprovecharlas cuando sea necesario.
La relación entre revoluciones del motor y consumo de combustible también nos expone que conducir con marchas cortas del coche es menos eficiente. Las marchas altas, en cambio, nos permiten circular ahorrando gasto en gasolina.
A nivel práctico, el cambio de marchas se recomienda cuando se alcanzan entre 2.000 y 3.000 rpm (revoluciones por minuto) en coches de gasolina y entre 1.500 y 2.000 rpm en coches diésel.