Amortiguador en mal estado: síntomas y soluciones

Un amortiguador en mal estado puede suponer un grave riesgo, por lo que es importante detectar cuándo está fallando. Te ayudamos a identificar si está averiado o desgastado.
El amortiguador es un dispositivo que forma parte del sistema de suspensión del vehículo. Entre sus funciones está la de controlar las oscilaciones de la suspensión para ganar adherencia, mejorar la estabilidad y permitir que el coche frene mejor.
¿Qué ocurre si el amortiguador está en mal estado?
Un amortiguador que está en mal estado representa un gran riesgo en la carretera. Las consecuencias más importantes que puedes sufrir son las siguientes:
- Perderás adherencia, con lo que el riesgo de salirte de la carretera será mayor, sobre todo en las curvas.
- Forzarás el motor y otros componentes, suponiendo así un mayor riesgo para el vehículo y posiblemente mayor inversión para su reparación.
- Con los amortiguadores en mal estado se desgastan más rápido las ruedas.
- También notarás una distancia de frenado mayor, lo que implica menor seguridad conduciendo.
- Por descontado, notarás menos confort, pues las irregularidades de la carretera serán mucho más perceptibles dentro del habitáculo.
- Además, consumirás más combustible que con unos amortiguadores en buen estado.
Síntomas de copelas de amortiguador en mal estado
Las copelas consisten en unas piezas con las que se une el amortiguador a la carrocería. También permiten que los amortiguadores giren al mismo tiempo que la dirección del vehículo.
Las copelas también pueden dañarse o desgastarse en exceso. Normalmente tienen una vida útil de unos 100.000 km.
Una revisión periódica de tu vehículo, puede ayudarte a identificar si hace falta cambiar las copelas del coche.
En cualquier caso, estos son los síntomas que pueden advertirte de que necesitan una sustitución:
- Cuando el vehículo se va hacia un lado.
- Cuando la dirección va muy dura o muy blanda.
- Cuando notamos sacudidas laterales al frenar.
- Cuando notamos vibraciones mientras conducimos.
- Cuando se escuchan ruidos al utilizar la dirección.
- Si los neumáticos no están bien alineados y se desgastan irregularmente.
¿Cómo se arreglan?
De igual forma que sucede con la mayoría de componentes del vehículo (incluyendo también los propios amortiguadores), las copelas también puedes cambiarlas por tu cuenta.
No obstante, la tipología de herramientas que necesitarías, además de contar con los conocimientos mecánicos adecuados, hace más aconsejable acudir a un taller oficial.
En general el proceso es el siguiente:
- Levanta el vehículo. Lo ideal es contar con una elevadora, aunque un gato y unos caballetes también pueden servir.
- Desmonta las ruedas y la barra de acoplamiento.
- Retira el puntal de la suspensión y afloja las tuercas de la copela.
- Usa un compresor de muelles para tirar del muelle de suspensión de forma segura.
- Pon la nueva copela, a continuación atornilla las tuercas y, por último, suelta el tensor del muelle.
- Vuelve a poner el puntal de suspensión, la barra de acoplamiento, las ruedas y baja el coche.